domingo, 12 de enero de 2014

P. ALTAMIRA - SERMÓN EN LA MISA DOMINICAL DE LA RESISTENCIA DE BOGOTÁ.-






Queridos fieles:

   Así estamos ahora “resistiendo”, en “La Resistencia”. Lo dije el viernes, pero lo repetimos para los que no estuvieron: ¿Qué es lo que estamos resistiendo?

   (a) Primero, la crisis de la Iglesia, esta crisis causada por el Concilio Vaticano II, el cual ha creado una falsa religión, llamada por ellos mismos como “La Iglesia Conciliar”, i.e. la que salió del Concilio.

   (b) Pero ahora tenemos que resistir también otra crisis, la crisis interna de mi Congregación, la Fraternidad San Pío X, la cual crisis está encabezada por Mons. Fellay, nuestro Superior General, por las ideas y cosas que él está haciendo. Esta crisis interna crea en nuestra Congregación UN ESTADO DE NECESIDAD INTERNO, que permite, y exige ciertas decisiones, entre ellas SABER DECIR NO, SABER DECIR BASTA a Monseñor Fellay, y hacerlo públicamente, pues públicamente él está haciendo sus errores y su mal gobierno.

   Dentro de estas cosas de Mons. Fellay una de ellas, tal vez la más generalizada, es LA ETERNA AMBIGÜEDAD en sus palabras: Decir blanco y después negro, medio blanco y medio negro, “blanco pero rojo, rojo pero azul”.

   El Padre Faure decía, y con razón, sobre las causas e instrumentos de esta crisis interna de la Congregación: “Como siempre, el arma preferida del demonio es LA AMBIGÜEDAD EN LAS PALABRAS”. Las palabras dobles, no claras.

   “¿Cómo habéis disminuido La Verdad?”, se queja Dios en uno de los salmos: “¿Cómo habéis disminuido La Verdad?”, y eso ha hecho Mons. Fellay: Él ha disminuido La Verdad.

   El resistir a este ESTADO DE NECESIDAD de mi Congregación comenzó hace 6 ó 7 años por algunos pocos padres que “gritaron” entonces las desviaciones que ellos vieron, fueron previsores, vieron antes que los otros.

   En mi caso, y creo que en la gran mayoría de los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X, por una confianza EXCESIVA, “casi ciega” (mal de nuestra parte) en los Superiores, si alguna cosa percibíamos, nos decíamos en nuestro interior: Esto suena “raro”, “pero bueno: los Superiores sabrán qué están haciendo”: Otra vez, mal de nuestra parte, uno jamás puede renunciar a La Verdad, y si se da cuenta de cosas malas debe denunciarlas y decirlas: Privadamente primero (lo hice muchas veces ante el P. Bouchacourt) y PÚBLICAMENTE cuando las circunstancias así lo exijan.

   Sin duda que la regla es decir privadamente las cosas malas de un Superior, pero SIN DUDA TAMBIÉN que se pueden dar circunstancias que exijan palabras públicas censurando lo que él hace.

   Piensen tan sólo en esto: Si nunca se pudiera decir nada públicamente al Superior, nada más y nada menos que Monseñor Lefebvre habría hecho “mal”, porque él dijo cosas públicamente no ya de un Superior General (Mons. Fellay), sino del máximo Superior que hay sobre la tierra (el Papa). Mons. Lefebvre dijo y denunció públicamente los errores y acciones malas DE LOS PAPAS, de los Papas del Concilio, de los Papas que han creado esta falsa Religión Conciliar o “Iglesia Conciliar” como ellos mismos la llaman.

   ¿Qué circunstancias tenemos hoy que justifiquen el hablar públicamente contra lo que hace Mons. Fellay? Algunos ejemplos podrán escuchar en mi Sermón del viernes pasado, esta vez quiero recalcar sólo algunos puntos:

a) La gravedad de cosas que Mons. Fellay ha dicho contra la Doctrina Católica: La peor de todas: Su declaración de abril de 2012.

b) La gravedad de la AMBIGÜEDAD con que él se maneja en sus palabras.

c) Sus apreciaciones a favor del Concilio Vaticano II, y otras en que dice que no es lo más grave que padece la Iglesia hoy, “hay otras cosas más graves que el Concilio”. Sus palabras de aceptación de dicho Concilio, sus insinuaciones en querer aceptarlo como “magisterio de la Iglesia”, teólogos como el Padre Gleize diciendo en forma escandalosa que “Vaticano II REPRESENTA el Magisterio de la Iglesia”.

d) El negarse a reconocer que dicho Concilio ha creado una falsa iglesia, como el mismo Mons. Lefebvre sí reconocía. Al revés, Mons. Fellay, el Padre Gleize, sostienen que hoy en día no se puede ni se debe decir que exista una falsa Iglesia Conciliar, sino tan sólo MALAS TENDENCIAS dentro la Iglesia.

e) ¡Y sobre la misa moderna! Mons. Fellay ha llegado a decir que si Mons. Lefebvre la hubiera visto bien celebrada, no hubiera dado el paso que dio. ¡Qué increíble y qué deslealtad decir eso del fundador! Mons. Lefebvre rechazaba CATEGÓRICAMENTE la misa moderna y nos enseñó que no se debe ir a dicha “misa”, cuyo principal problema no es “la forma cómo se celebra” (si no, vayamos a las misas modernas “piadosas” del Opus Dei). Su principal problema es que la misma definición de esa “misa” (su esencia), sus textos y sus ritos, son –por decir lo menos- de tendencia protestante: Esa “misa” daña La Fe.

f) ¿Qué otra cosa justifica decir públicamente cosas a Mons. Fellay? No sólo entonces la gravedad de la crisis y el estado de necesidad que él ha causado, sino LA DURACIÓN que ya lleva esta crisis interna de la Fraternidad San Pío X, la cual -si bien lleva más años- se hizo patente hace ya más de dos. Y sin embargo Mons. Fellay no sólo no se retracta, sino que ¡sigue justificando sus palabras, sus declaraciones, sus acciones!

   Los hechos que he explicado son un poco complejos.

   Queremos, en realidad “Dios quiere”, que –si se puede decir así- MÁS QUE EN OTRAS ÉPOCAS, los católicos seamos personas formadas, ¡y bien formadas!, en la Doctrina. Si no, no podremos mantenernos.

   Sin duda que la formación doctrinal no es todo, pero sin duda también que es EL PUNTO DE PARTIDA. Después tendrán que venir las acciones en coherencia con la Doctrina Católica, pero no sabré qué hacer ni frente a estas crisis, ni frente a mi vida privada (mis acciones) si antes no he partido desde La Verdad, desde la Doctrina Católica, ése es el conocimiento.

   Entonces:

(1) Los fieles católicos de hoy no pueden no saber por qué es malo el Concilio Vaticano II, por qué ese “conciliábulo” no puede jamás ser MAGISTERIO CATÓLICO.

(2) No pueden no saber cuáles son los errores del Vaticano II.

(3) No pueden no saber qué cosas malas tiene la misa moderna.

(4) No pueden no saber por qué motivos la Fraternidad San Pío X está en crisis.

(5) No saber los errores y cosas malas que ha hecho Mons. Fellay y el porqué de esas cosas.

   Si no, harán las cosas sin saber, apoyarán La Resistencia sin convicciones, estarán contra el Concilio Vaticano II sin saber por qué, querrán resistir la crisis y elEstado de Necesidad de mi Congregación (resistir lo que hace Mons. Fellay) sin saber los motivos. Y eso no puede ser, y no se mantendrán.

   Ahora es más necesario que antes: FORMACIÓN. Ser católicos con formación, y no con superficialidad, y no tradicionalistas por sentimentalismo.
   Mons. Lefebvre repetía una frase fuerte (que era de un padre que terminó “aflojando” y se fue al IBP, al Buen Pastor, pero la frase es válida): “Si no leéis (yo agrego: si no os formáis), todos seréis traidores”, más tarde o más temprano terminaréis traicionando. El punto de partida es la formación, no es lo único, pero sí el comienzo: Luego hay que vivir de La Caridad, de las acciones coherentes.

   Para terminar: Tantas cosas hay aquí que aprender. Digo sólo tres:

   Primero, debemos desear LA HUMILDAD (y pedirla) pues cualquiera de nosotros puede caer, y caer en cosas BIEN graves, y no hay límite en nuestra caída: Errores en la doctrina, errores en la moral, en nuestro comportamiento. Quiera Dios que eso no nos ocurra, así lo deseamos y así lo pedimos.

   Segundo, el deber de reaccionar ante las cosas que hemos explicado, frente a la autoridad que sea¡frente a la autoridad que sea!, vencer nuestros miedos, comodidades, temores, etc (todos somos así). Y hacerlo, eso sí, con respeto, diciendo a veces cosas duras, pero sin faltar el respeto. El modo y la manera importan.

   Tercero, que no hay que aferrarse a las personas. Las personas somos falibles, podemos fallar y fallamos, ¡y traicionamos! La confianza hay que ponerla en Dios. Y solamente en las personas, en un sacerdote, en la medida de la fidelidad que dicho padre tenga a Dios. El día que cualquiera de nosotros, el día que el Padre Altamira, enseñe cosas erradas o cosas malas, habrá que decir “adiós” al Padre Altamira. No hay que aferrarse a las personas.

   Mucho más podríamos enseñar, lo dejamos allí.

   Recuerden desde ahora el compromiso de LA FORMACIÓN, de ser y estar formados en la Doctrina Católica para saber por qué hacen las cosas. Con la gracia de Dios, yo trataré de darles eso.


AVE MARÍA PURÍSIMA.